domingo, septiembre 17, 2017

ÁNGEL CAÍDO




Dibujo Celia Aguilar








ÁNGEL CAÍDO

Alejados están tus ojos de la luna,
alejados y tristes
te contemplo.
¡Oh ángel caído cuanto azufre
por tus hombros mana!
¡Cuánta noche se acomoda,
cisne herido! ¡Cuánta cueva
por tu hondo y dilatado talle!
Tan urbano y perdido en el cristal
de tus siempre alas rotas
                      te contemplo.


SUICIDIO

Dónde estabas tú,
bajo que falda sin retorno
contemplando
ese trozo de ti en la marea
de una luna temprana.
Dónde estabas
cuando el frío enfermo.
En qué prado de la noche
dispusiste no ser
en qué toro de ónix te disolviste.

(De mi libro: Pisadas sobre lienzo)

lunes, septiembre 04, 2017

POR LOS OJOS DEL MUNDO PASEA UN MOSTRUO DE TRES CABEZAS

Gustav klimt
I
Por los ojos del mundo
pasea un monstruo de tres cabezas,
un vendaval de tristeza y muerte
guía sus pasos.
                       todos temen
y las princesas
de todas las regiones se han negado
a salir de sus casas
si no es con sus vestidos de novias tristes.
II
Hay un ruido infernal de caretas,
de máscaras quebradas, de cavernas,
que recorren los cables inalámbricos del sueño.
Un ruido de pantallas,
de imágenes,
y dedos tecleantes en el submundo
de este siglo que empieza y no permite
escuchar el maullido,
ni el zumbido levísimo del árbol
que vierten las hespérides.


María Amaral

III
El equilibrio como un cristal quebrado,
como un libro roto nos enseña
a respirar a golpes de metrallas.
Pequeñas y humanas alegrías se confunden en el deshielo.
Miro al mundo, su faz descolorida y siento
que nada de lo humano me es ajeno...

Una copa de vino, entonces, y la memoria
como un vértigo otoñal se desparrama.

El medievo se ha instalado en nosotros.
Sus listones de miedo como jaulas
han cobrado la forma primigenia del monstruo.

La historia es un reducto de libros enmohecidos,
un laberinto y una vela,
un bastión de siglos,
de acierto y desaciertos, es un espejo
y un salvoconducto.
La historia de la que muchos huyen
es un gran faro en medio de la noche donde el monstruo
afila sus colmillos.

Todos duermen. Sin equidad, sin justicia ¿Dónde la palabra?


Isabel de Rueda